Estas en:Inicio|Según Petroleo|Petroleo
Estas en:Inicio|Según Petroleo|Petroleo

Mostrando artículos por etiqueta: Petroleo

Articulo sobre Petroleo. http://www.puntotango.com.ar/petroleo/

Ana María Navés -
www.wix.com/anamarianaves/home
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Etiquetado como

 

 

El tango mantiene su vigencia bailable gracias a unos cuantos cultores con condiciones naturales y creativas. Si no fuera así ya hubiese desaparecido de sus escenarios naturales: barrio, salones, clubes y peñas.
Para danzar un tango, ha de partir el bailarín de una temática coreográfica común y ha de recoger los movimientos en boga de la época en que empezó a bailarlo y le incorporará su ingénita expresión, que será después su línea tanguera definitoria.
Cuando el bailarín domine la danza por que transitó por distintas etapas que le dan experiencia y suficiencia tanguera, recién podrá ensayar movimientos nuevos y se colocará por encima de su época y se proyectará hacia el futuro.
Para crear movimientos nuevos hay que tener una sensibilidad especial, determinando y ajustando los enfoques rítmicos de acuerdo a la manifestación musical que le dieron su autor y su interprete.
Los movimientos que se crearon al comenzar a bailar el tango y que llegaron a nosotros a través del tiempo, le dieron sabor, originalidad y belleza.
A medida que transcurrió el tiempo y se fueron incorporando figuras nuevas, corriéndose las originales, perfeccionándolas o modificándolas, el tango fue ganando altura en el concierto expresivo, para situarse en un lugar preponderante entre las danzas del mundo.

 

AFORISMO

El tango capta la sensibilidad de mentes sencillas.
Entra por los oídos, por el cerebro, por el corazón y el espíritu.
Cuando nos atrapa, así como una telaraña invisible, no logramos deshacernos jamás. Y morimos con él, como una mosca prisionera en su red.

 

CARLOS ALBERTO ESTEVEZ (PETROLEO)

Etiquetado como

Sin duda alguna el mejor canyenguista en la historia del tango-danza, aquel que irrumpe la escena bailable, alrededor de los años treinta, estableciendo una nueva corriente del decir original y auténtica, con recursos propios, mostrando una velocidad y justeza infinita, desbordando en una coreografía inédita, que lo colocan en la cúspide de los bailarines de tango.
De las grandes trenzadas que tuvo en su viejo reducto bailable: La Colonia Italiana, con los añejos orilleros que la frecuentaban, esos duelos eternos, en busca del mejor, de los cuales siempre salía airoso, porque era imposible seguirlo e igualarlo, representando la altura máxima de la creatividad, por sus condiciones naturales, dotes que imponía para danzar, sin esfuerzo aparente.
Pero un día decide abandonar su labor en los escenarios y dejar de danzar, así se lo manifiesta a su amigo Mendieta (Congreve) quien a título de homenaje, organiza una despedida, en el “Maipú Pigall”, aquel que estaba frente al “Marabú”.
En la ocasión para despedir a este fenómeno de la danza, bailaron lo más granado y representativo del mundo de tango a aquellos años: Abrió el acto Mendieta (Congreve) con el viejo tango de E. Pereyra “El Africano” haciendo una creación a la manera “Divito” con un suave caminar elegante.
Después fue al ruedo “Petróleo”, que volcó “Cormme il faut” de E. Arolas, a la manera del cuarenta: giros, piques, voleos, arrastres, incorporando algunos movimientos nuevos.
En tercer lugar lo hizo otro de los grandes de la danza (El Vasquito) J. Orrade que conjugó el antiquismo clásico de Rosendo “El Entrerriano”, haciendo una mezcla de orillero y canyengue, con una justeza y perfección digna de imitarse.
Como Méndez casi siempre bailaba este tema, dirigiéndose a mí me dice: ¿y ahora que bailo? la respuestas que le dí fue diciéndole a Sassano, que era la orquesta que actuaba en el local, maestro toque una milonga para que la baile el agasajado, sin más que este viejo músico, arrancó con “Corrales Viejos” de A. Aieta salió a danzarla Méndez al compás de aquellas notas, que rompían todos los esquemas rítmicos y compadrones.
Salió a bailarla este súper dotado de la danza, haciendo una verdadera demostración de cómo se hace una milonga orillera, terminada esta, fue llevado en andas por todo el salón, por los asistentes, por espacio de diez minutos.
Sin embargo después de esto que era la despedida, siguió un tiempo bailando, hasta que entró a trabajar en el Congreso Nacional, entonces sí que se retiró definitivamente de la danza, hasta que lo sorprendió la muerte en ese menester.
Sin objeción alguna, fue uno de los grandes cultores que tuvo el tango-danza, su figura se agranda en el recuerdo, de este creador de arabescos originales, por su velocidad inigualada, su ajuste y ortodoxia deslumbrante.
Carlos Estévez

Etiquetado como
Casi a la terminación o postrimerías del siglo pasado Buenos Aires era una gran aldea, pero aumenta su caudal de habitantes considerablemente, debido a las medidas que emana el gobierno nacional, que promociona la inmigración. Para poder poblar y así lograr encausar el país, hacia su desarrollo orgánico y económico.
Empiezan a escasear las viviendas en el centro de la ciudad. Los barrios urbanos se pueblan, los nativos que venían de la desmovilización de las tropas que habían combatido en el Paraguay, se afincaron en los aledaños o periferia de la metrópoli, con preferencia en las zonas de San Telmo, Boca, Corrales, Palermo y Recoleta, esta ubicación de residencia les fija un mote o apodo de “orillero”.
Este personaje por temperamento propio rechaza los trabajos que le ofrecía la artesanía “gringa” recién incorporada al país, haciendo preferencia para desempeñarse en menesteres como: carreros, cocheros, mayorales, cuarteadores o lunfardos” ocupaciones que cumplía con cierto agrado.
Se divertía danzando los bailes de la época como ser: Polka, Fandango o Habanera en lugares de baja estofa, “bailetines” o lenocinios lo tenían siempre de cuerpo presente hasta que aparece una nueva música que la denominan Tango, que tiene el mismo ritmo que la Habanera o sea el 2 x4. He ahí cuando se despierta el orillero, porque al oírla y hacerla propia fue todo uno, se dice así mismo que esta música nació para ser bailada y se dedica con todas sus fuerzas a realizar lo concebido.
Como este es un personaje introvertido de una imaginación maravillosa la lleva a la práctica, primero danzando la junta, a diferencia de todas las otras, que se bailaban separados.
En el prostíbulo imagina la toma, pecho a pecho, simulando un abrazo, el cuerpo y las piernas completamente pegadas, caminando hacia atrás y para adelante.
Más luego piensa que le falta una coreografía acorde a esta música y se le ocurre ensayar con otro orillero, uno haciendo las veces de mujer hasta encontrar las nuevas formas del decir. Desprendiendo el sexo de la función bailable y logrando las figuras que la panza necesitaba.
Era muy común ver estos ensayos en las esquinas de los barrios.
El orillero es un intuitivo del movimiento, es un hacedor múltiple, crea formas de baile con una facilidad asombrosa, así llega a inventar las que denomina: sentada, ocho, corrida, corte, medialuna, cruzado y quebrada y cien más, porque el bailaba siempre de una manera diferente logrando plasticidades insuperables en adornos y arrequives.
Como este baile está en formación él lo lleva con éxito a las “casitas” y algunos patios de conventillos. Porque en las reuniones serias, no podían tocar tango por ser una música de baja condición social.
Después se logra la terminación en la construcción de la danza, debido a muchas competiciones que hubo, para saber quién era el mejor, al margen del rechazo de la sociedad de entonces, que no dejaba entrar en los salones.
Así el tiempo nos trae el perfume lejano de algunos dibujos o formas que ellos habían inventado, que todavía perduran (aumentadas y corregidas) a través de las generaciones que la usaron.
Ahora los bailarines denominan con la palabra de orillero una manera de danzar. Luciendo cortes y quebradas, al recuerdo y a la manera de como lo hacían ellos.
Ya que le debemos el principio y la creación de la danza.
GLOSARIO

Casita: lugares donde se bailaba tango, regenteado por una mujer, un pianista que recibía propinas, pupilas para danzar y otros menesteres.

Ejemplo: famosas María La Vasca y Laura.

Carlos Alberto Estévez

Canyengue, voz filológicamente de origen indígena, cuyo significado, según algunos lingüistas, es: desgarbado o cansado. Pero la aplicación que le da el bailarín de tangos a este vocablo no tiene nada que ver con el significado real asignado. Ya que la utiliza para determinar un conjunto de habilidades coreográficas al por mayor con que se baila un tango compadrón, en tiempo de 2x4, desarrollándolo con figuras y movimientos exagerados entre sí ligados y lo más complicados posible, para determinar un grado de cultura tanguística de alta escuela milonguera.
Para ampliar el detalle acerca de la manera exacta de danzarlo: con preferencia se usan las corridas, los cortes, o sea las paradas en seco, cortando el movimiento, como si le aplicaran un freno, se establece con pasos cortos y rápidos, a veces la cabeza rota de un lado u otro, como ayudando a los pies en el decir coreográfico.
Así, ese remarcar de notas de música o sincopado, que se caracteriza por el percutir de las cuerdas, sobre el cuerpo del instrumento, con la ayuda de la palma de la mano derecha (primer tiempo fuertemente alargado y marcado) que llega al oído del bailarín, acentuando el mensaje cuya paternidad y pertenencia, se le atribuyen al compositor y contrabajista de color Leopoldo Thompson.
Pero para el bailarín de tangos, este vocablo no es más que el nombre con que se define una modalidad de la danza, por su sola manera o forma de danzarla.
Carlos A. Estévez (Petróleo)

Qué importancia real tiene la compañera de baile en el tango, por mejor que sea el bailarín, aunque conozca todos los secretos de la danza, sino tiene una mujer completa en el arte de acompañarlo, no puede comunicar el mensaje tanguero a la vista de los demás. Bailará, pero sin decir elocuente, bailará sin trasmisión emotiva, sin comunicar nada, bailará paseando las formas huecas y vacías de la danza.
Pero sí la que comparte su baile, adorna los movimientos, se desliza con exactitud matemática, conjuga los fraseos, gira, pica, amontona sensaciones. Se presenta desplazándose con una elegancia natural que raya en la perfección, comparte la comunicación, agregándole una dosis de emoción y teatralidad para hacer de la pareja una fuerza representativa de belleza y arte.
Es cuando el tango danza gana altura y el duelo se materializa en tal forma, que se hacen imprescindibles, el uno para el otro, fundiéndose en una sola persona a la vista del espectador.
En el desarrollo de la danza, es la que fabrica, los arabescos, los adornos, y todos los movimientos que embellecen al tango, raras veces los hace el bailarín.
Las verdaderas bailarinas tienen el sexto sentido desarrollado para ejecutar cualquier movimiento en las equivocaciones, cubriendo el equívoco sobre la marcha, sin que el espectador pueda determinar si lo hubo.
Es la parte más importante de la pareja porque tiene que acompañar los movimientos que algunas veces crea el bailarín sobre la marcha y alcanza la máxima expresión cuando es “ecuable” es decir cuando camina los mismos espacios, con la exacta noción del cuerpo y el tiempo.
Como el tango, no tiene patrón, ni coreografía determinada, la bailarina tiene que intuir el movimiento que ejecuta el bailarín y acompañarlo con exactitud y sin esfuerzo aparente.
Mucho tiempo después de aprender a bailar tiene que pasar un período para adquirir una expresión de madurez, hay que practicar constantemente, para lograr que conjuguen cadencia con ritmo, elegancia con gracia, elementos fundamentales para lograr cumbres en la danza.
Dejemos aquellas bailarinas de raza que los dioses le otorgaron todas las condiciones naturales para destacarse, pero igual tienen que trabajar entrenándose.
Sin embargo, el tango no le dio la importancia que en realidad tiene.


Carlos Alberto Estévez (Petróleo)

Etiquetado como
(Congreve) 1945

Se diferenciaba de todos los milongueros por su estilo puro o pulido para danzar nuestro tango, también difería de todos por la forma de vestir: Pretina alta en el pantalón, saco de corte largo, corbata con nudo ancho, se parecía un poco a esos personajes, que dibujaba ese famoso lápiz que se llamó “Divito”.

Imponía respeto por su porte y su prestancia en el andar, la manera de frasear rayaba en las cumbres, dominaba el lenguaje de los movimientos y apuntaba su discurso a una inusual manera de decir, ya que la temática que empleaba, se ajustaba a un ordenamiento determinado, primero abría con un prólogo simple y sencillo, para luego entrar en el desarrollo, donde mostraba el bailarín consumado y para terminar en un epílogo, prodigo de formas perfectas, adornándolo al final con un original encuadre de movimientos que solamente los virtuosos lo pueden lograr.

Así era su danza, deslumbrante, no así su vida sentimental, que resultó un fracaso y deterioró su existencia. Por esa causa dejó muchos años de bailar, como si se hubiese hecho una promesa a sí mismo, por siempre.

Al principio se dedica a beber con exceso, pero con el alcohol no encuentra solución. Después se recoge interiormente cambiando todas sus costumbres, su mundo se emerge en las sombras, abandona su profesión ya que era Profesor de Danzas, hasta que sorpresivamente un ataque al corazón, troncha su vida.

Fue el bailarín olvidado, igual que su tumba, había tanto abandono, corno el cuadro dramático de su existencia.

Sin embargo, el tango le debe un homenaje a su memoria y Caballito su barrio de pibe, una recordación por ser uno de sus buenos bailarines.

Carlos Alberto Estévez (Petroleo)

Etiquetado como

Desde su nacimiento hasta la terminación de la década del veinte, el tango era una música, que exclusivamente se ejecutaba para bailar, así se hacía, porque en una reunión danzante si el cantor o chansonier cantaba, los asistentes a la misma se molestaban, a veces lo silbaban, otras lo gritaban, exponiendo su desagrado de una manera u otra. Por eso cuando se incursionaba en el canto, se lo hacía, solamente, acompañado de guitarras.

El asiduo a los bailes quería siempre bailarlo instrumentalmente. Lo solía bailar, con ciertas licencias (cortes y firuletes), pero en los salones estaba prohibido. En un determinado lugar bien visible siempre rezaba un cartel con esta leyenda: Prohibido bailar con cortes” y en las invitaciones que se repartían de práctica, insertaban aquel otro: “La Comisión se reserva el derecho de admisión” que marcaban una línea de seriedad.

No porque la danza M bailarín fuera hecha con cortes, si bien exageraba los movimientos atrofiándolos, parecían por la exageración una deformación, por eso siempre los que controlaban los bailes ponían reparos, pero en verdad era porque los que la miraban no sabían nada de danzas.

Porque el tango que danzaban era primitivo en sí. Las figuras eran simples. El desplazamiento inexperto. El compás y el ritmo que transmitían, no había alcanzado la plenitud de formas que existe ahora, pese al tiempo transcurrido desde su iniciación. Le faltaba integración de elementos coreográficos.

En la formación de prismas visuales, el tango se bailaba con corridas, medialunas, ochos y algunas sentadas. Todavía no se había incorporado el sobrepaso, que determina el comienzo o el principio de una nueva línea.

Ya en la corriente nueva se desprende el corte por ser una exageración en la mente del bailarín, se ordenan los movimientos, encauzándolos hacia un ajuste perfecto.

Es un equívoco que los bailarines de antaño eran mejores que los de ahora; si bien, se les debe la originalidad de los primitivos movimientos y las bases fundamentales con que se creó el tango, aportando la toma y el enlace de una manera diferente a todas las danzas del mundo es cuando los cuerpos de la pareja de bailarines se unen como si estuviesen pegados, simulando un abrazo y con esta posición desarrollar la danza.

Cuando la pareja baila separada o suelta, rompo la raíz establecida por los creadores y a la modificación renovadora la denominan “fantasía”.

Imagínense un tango ejecutado por una orquesta de la guardia vieja en tiempo musical que se tocaba al principio, o sea en 2 x 4, con aquellos músicos, que casi ninguno conocía “Notación” la mayoría eran “orejeros” y lo volcaban a la “Parrilla” es decir como salía, con esos pobres sonidos que oía el bailarín, tenía que crear la danza y la creó, qué mérito grande el de estos bailarines que casi todos eran “orilleros”; recordemos al primero, hoy un poco olvidado: Pedrín de San Telmo, que sus mentas de extraordinario bailarín cruzaban todas las latitudes de la gran aldea.

Como el tango no tiene patrón coreográfico, lo establecieron al nacer los orilleros que siempre lo danzaban diferente.

Pero hay que guardar ciertas normas inamovibles como ser: elegancia, justeza, armonía, compás, ritmo y sandunga. Hay que agregarlos también la potencia, la fuerza y la comunicación con que se conjuga el movimiento. Buscando la pureza de las formas, en el momento de danzarlo, hasta lograr la belleza en la acción, con todos estos elementos se logra un buen danzarín.

Carlos Alberto Estévez (Petroleo)

Etiquetado como

Ahora que las grandes orquestas del tango están desintegradas y esos conjuntos que antes se utilizaban para bailar desaparecieron, ahora los que existen tienen costos tan elevados que es imposible controlarlos, por eso los empresarios que dan baile tienen que recurrir al disco para cubrir la falta de estas agrupaciones y por ende de abaratar los costos.
Como debe ser un buen negocio esto de dar baile, casi todos los bailarines que han logrado un poco de cartel en la milonga, por una circunstancia u otra ensayan la forma de hacer eso, para usar el conocimiento que tienen en la materia, la idoneidad y al mismo tiempo ganar dinero.
Algunos fracasan, porque no es tan fácil ser empresario, otros continúan luchando, salvando los gastos y los menos son aquellos que tienen su gente que los sigue a través de los años y algo ganan. Sin embargo, el conglomerado que concurre a bailar siempre es el mismo, el aficionado a la danza pertenece a un grupo estable y permanente que de tanto en tanto se desgranan algunos y a su vez se incorporan otros, equilibrando la balanza.
La cofradía de los milongueros es como una familia, siempre concurre donde pasan las mejores grabaciones y por tanto frecuentan los mismos lugares, se logra un conocimiento entre los asistentes, que con el correr del tiempo se troca en amistad, es por esa misma razón, que no se compita más bailando como ocurría antes.
A la falta de los conjuntos orquestales, crea una nueva profesión, que es el disc-jockey, que ordena la manera de pasar los discos, de una forma que regula la danza, pasando música de un ritmo diferente, cada media hora, sin darle preferencia a ninguna, no como antes cuando tocaban las típicas que el 50% era música de tango y la otra mitad era internacional.
Los tiempos cambian, los horarios para danzar son diferentes en la milonga moderna, está anunciada para las 22 horas, pero la mayoría de los asistentes llega después de la media noche, prolongase hasta pasadas las 4h00.
Hay una tónica nueva, las mujeres pagan la entrada en los bailes, cosa que antes no ocurría pues era completamente gratuita.
Ahora hay bailes todos los días sin excepción, antiguamente se le daba preferencia a los días sábados y domingos, por ser días festivos como la gente no trabajaba era mucho más factible la concurrencia.
Carlos Alberto Estévez (Petróleo)

Etiquetado como

Ególatra por convicción, en el momento en que aprendió a bailar el tango con cierta soltura y dominada una cantidad innumerable de figuras y formas de baile, que lo colocan en un lugar de privilegio dentro de la danza.

Ya se cree el dueño absoluto de los movimientos, que los luce con un tren de superioridad menosprecia. Está convencido que es el rey y no se aviene a ninguna reconvención que te demuestre lo contrario. Porque no es así. Ya que es la vista de los demás la que lo ven y pueden ser árbitros justos, al respecto de la bondad de su danza.

Sin embargo, es indiferente a la opinión de los demás, sale a bailar envanecido de que ostenta galardones del mejor y luce en todas sus danzas la mayor cantidad de arabescos posibles. Está convencido de que, haciendo el máximo número de registros o formas, es el mejor.

Sí por ventura, ejecuta un movimiento que es bueno, no lo luce en todos sus bailes, lo reserva para las grandes ocasiones, jamás lo va a enseñar, tiene miedo de que se lo copien y se lo guarda como una carta de triunfo, para jugarla o, mejor dicho, para usarla en el tapete de sus escenarios en el momento propicio.

Al tango, que es un sentimiento transmisible, lo domina en todas sus formas M cual siente la comunicación, que palpita en él y la vuelca con todas sus fuerzas.

En la milonga, siempre que puede, crea un clima de competición estableciendo un duelo silencioso, con los ocasionales asistentes, mostrando sus figuras, con todas sus florituras y adornos, amontonando movimientos, creyendo que esta manera es la forma más correcta y exacta de danzar.

Siempre va a danzar temas clásicos, de viejo repertorio rítmicamente bailables, siente la necesidad de mostrarse; muy pocas veces baila para él mismo, porque la ostentación y la vanidad le obligan a hacer movimientos exactos para mantenerse en el nivel superior, colocándose en los primeros planos, poniendo todas sus fuerzas y su empeño para mejorar y superarse.

Será siempre milonguero, porque para llegar a ser bailarín, tendrá que recorrer caminos completamente opuestos.

Carlos Alberto Estévez (Petróleo)

Etiquetado como
Página 1 de 4

La biblia del Tango

  • 1

Sobre Música de Tango

  • 1

Contactarnos